Tras la destitución del exfiscal general de Morelos, Uriel Carmona, por votación de la mayoria de los diputados locales y ante las graves acusaciones de corrupción y negligencia en su gestión, el estado esperaba un nuevo comienzo en la procuración de justicia. Sin embargo, la sombra de la corrupción sigue presente en la Fiscalía General del Estado (FGE), encarnada en Juan Salazar, fiscal anticorrupción y hombre de confianza de Carmona, quien ha sido señalado reiteradamente por prácticas ilegales y abusos de poder.

Un legado de corrupción
Juan Salazar, quien fungió como brazo derecho de Uriel Carmona, ha sido acusado por ciudadanos, abogados y organizaciones civiles de ser un fiscal extorsionador, fabricante de delitos y vendedor de carpetas de investigación. Su nombre se ha convertido en sinónimo de impunidad y tráfico de influencias en Morelos, donde operaba con total discrecionalidad bajo la protección de su antecesor.
Entre las prácticas atribuidas a Salazar destacan:
- Extorsión a ciudadanos y empresarios, amenazándolos al fabricarles delitos si no accedían a sus demandas económicas.
- Venta de carpetas de investigación, permitiendo que delincuentes evadieran la justicia a cambio de sumas de dinero.
- Tráfico de influencias, utilizando su cargo para beneficiar a grupos de poder y obstaculizar procesos legales en contra de personas cercanas a su círculo.
Un precedente que no puede ignorarse
La salida de Uriel Carmona marcó un hito en la lucha contra la corrupción en Morelos, gracias a la firme postura de la presidenta Claudia Sheinbaum y la decisión de los diputados locales, asi como de la Gobernadora Margarita quienes lo destituyeron con 16 votos en contra. Sin embargo, la permanencia de Juan Salazar en un puesto clave como fiscal anticorrupción representa un grave retroceso y una burla a los esfuerzos por transparentar la administración de justicia en el estado.
Morelos no puede permitir que las redes de corrupción sigan operando desde dentro de la FGE. La ciudadanía exige que las autoridades actúen con firmeza y remuevan a Salazar de su cargo, así como a todo su equipo de colaboradores, quienes han sido cómplices de sus actos ilícitos.

Es urgente que el nuevo fiscal general de Morelos, Edgar Maldonado, demuestre su compromiso con la justicia y la transparencia. Su primera acción debe ser la remoción inmediata de Juan Salazar y la depuración de la Fiscalía Anticorrupción. Morelos merece una institución que vele por los intereses de la ciudadanía, no por los de grupos de poder y funcionarios corruptos.
La sociedad morelense está atenta y exige resultados. No se puede permitir que Morelos siga siendo un refugio para la impunidad y la corrupción. Es momento de actuar con decisión y restaurar la confianza en las instituciones.
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